Me lancé a la aventura con una asociación llamada Worldwide Friends Iceland - Veraldarvinir, que además ponían a disposición de los voluntarios una casa en Reykjavík por 15 € la noche con el desayuno incluido (os aseguro que es imposible encontrar algo más barato en la capital). Cuando llegué allí, la casa resultó ser casi una pocilga llena de gente que no respetaba las horas de sueño (quizás el hecho de que no se hiciera de noche ayudaba). Menos mal que allí sólo tenía que pasar una noche! Al día siguiente, las 10 personas que formábamos el grupo que se dirigiría a los fiordos del oeste, nos subimos en un minibus y pasamos el día viajando hasta Thingeyri, pasando por paisajes alucinantes y realmente poco antropizados.
Una vez instalados en el pueblo, de unos 400 habitantes, me fui a dar un paseo en bici con los prismáticos, deseosa de ver aves por las orillas del fiordo, y sola, por aquello de ir en silencio. No tardé en comprobar que todas aquellas aves que había visto a lo largo de la costa durante todo el viaje, eran eiders comunes. Muy abundantes, los machos con plumaje nupcial y algunas hembras con pollos. Pido disculpas de antemano por la poca calidad de la mayoría de mis fotos:
Eiders comunes (Somateria mollissima) machos
También había ostreros (Haematopus ostralegus), y sobrevolando, una agachadiza común (Gallinago gallinago), que identifiqué por el ruido inquietante que emite durante el vuelo nupcial (según la guía una especie de balido o quejido mecánico con las plumas de la cola, como una 'cabra voladora'), pero no pude fotografiarla pues no paraba de volar zigzaguenado. Al volver, esta era la vista de la que podía disfrutar desde la bicicleta:
El voluntariado resultó ser prácticamente una estafa. Trabajábamos arreglando una casa antigua, propiedad de una mujer que era la dueña de la compañía de autobuses que unían el pueblo con Ísafjördur además de varias casas de huéspedes (dinero no le faltaba, no se puede decir que fueran trabajos para la comunidad, además de no tener mucho que ver con el medio ambiente). La tomadura de pelo era responsabilidad de Worldwide Friends Iceland, no de la mujer, a la que le habían ofrecido ese estupendo trato a cambio de darnos alojamiento, comida y el transporte, y aparte de todo esto, era una mujer muy agradable y atenta. Nos dio a probar una comida que básicamente, es tiburón podrido: entierran el tiburón en la arena de la playa durante bastante tiempo (semanas), y luego lo comen. Realmente huele y sabe a podrido:
Cada día, de camino al "trabajo" o simplemente paseando por el pueblo, era común cruzarse con chorlitejos grandes:
De la misma manera, en los tejados de las casas más cercanas a la playa o en la playa, las gaviotas reidoras y los gaviones hiperbóreos eran habituales:
Tras la sublevación que el sector español impulsó (éramos 4 españoles en el grupo) contra la organización del voluntariado, conseguimos ciertas actividades y excursiones. La primera de ellas fue una excursión a la casa-museo donde nació Jón Sigurdsson (el líder que consiguió la libertad de Islandia respecto a Dinamarca en el s. XIX), desde donde la vista era impresionante,
y donde pude ver algún archibebe común,
un charrán ártico sobrevolándonos a pocos metros y al que se le cayó la comida que llevaba en el pico,
e incluso una vértebra de ballena adornando el porche de la casa:
Siguiendo la excursión, tuve ocasión de fotografiar una familia de cisnes cantores, es una especie que se ve con frecuencia por las orillas de los fiordos:
La siguiente parada era la enorme cascada de Dynjandi:
El fin de semana organizamos por cuenta de los voluntarios un par de excursiones. La primera fue a una pequeña isla llamada Vigur, y yo la esperaba con emoción. No dejaron de sorprenderme unas bolsas que repartían en el barquito:
Pero pronto llegamos a la isla, y nos encontramos con un recibimiento espectacular: focas tomando el sol en las rocas! No sé decir si eran comunes o grises.
Éramos un grupo grande de gente y el guía se empeñó en darnos unos palos con una banderilla en el extremo porque los charranes estaban criando y podían ser agresivos. A mí me pareció una exageración, y no cogí ningún palo. Una característica que llama bastante la atención de la avifauna islandesa es que puedes acercarte bastante sin que huyan, ya que no tienen prácticamente depredadores, y son animales más confiados de lo que estamos acostumbrados. Así, pude disfrutar de decenas de araos aliblancos a apenas dos metros de distancia:
Al alejarnos un poco de la zona del puerto, el barullo que armaban los charranes árticos apenas nos dejaba hablar ni caminar tranquilamente. Y entendí que mi cabezonería de no coger un palo de esos había sido una tontería, gracias a que un simpático charrán, en uno de sus vuelon en picado hacia nuestras cabezas, me pegó un picotazo en la coronilla para no olvidar...
Creo que un vídeo será bastante ilustrativo de lo complicado que era andar por allí, ya que protegían a sus pollos, que también podían verse por el suelo:
Charranes árticos (Sterna paradisaea)
Y por fin, al dejar atrás la zona de nidificación de los charranes, encontramos ante nosotros cientos de frailecillos!
Volaban sin parar y por todos lados. El vídeo puede hacer una idea de lo que era:
El guía nos explicó que sus nidos son agujeros en la tierra que reutilizan una y otra vez, año tras año. Además, tienen una "habitación" separada de la principal como baño.
En Islandia los frailecillos se comen, y se cazan con este instrumento:
Resulta fácil cazarlos, tienen fama de tontos. El guía explicó que, al no tener depredadores, si no los cazaran serían una auténtica plaga. Nos dio las cifras de la población de frailecillos y de los que se cazaban anualmente, y efectivamente, según lo que nos dijo, no es más que una pequeña parte lo que los humanos cazan.
Entre los trabajos que teníamos que hacer también estaba la jardinería. Me llamó mucho la atención la confianza con la que andaban los pollos de zorzal alirrojo, que buscaban lombrices en la tierra que removíamos, muchas veces a menos de un metro de nuestros pies:
Los padres también se acercaban pero no tanto:
Y en ese mismo jardín encontré una cola de zorro ártico:
Cola de zorro ártico (Alopex lagopus)
El pueblo de Thingeyri, que está en la base de una montaña de 374 m, tiene este aspecto, visto desde enfrente:
Hablando con los lugareños, llegué a saber que había una hembra de zorro ártico con 6 crías, por la montaña, que se dejaba ver por la "noche". Así que una de las noches, decidida a intentar verla, a las 23h cogí la mochila, avisé a una de mis compañeras por si acaso, y sin decir nada al resto del grupo, me fui para arriba de la montaña.
No se veía el sol, pero el cielo estaba despejado, y había claridad. Por el camino, una vez que ya estaba lejos de las casas, me iban acompañando parejas de chorlitos dorados europeos, y pude fotografiar, aunque en muy malas condiciones de luz, a uno de ellos, que lucía plumaje nupcial:
Tenían un comportamiento muy curioso, se ponían uno a cada lado del camino, iban avanzando al mismo ritmo que yo, mientras cantaban insistentemente, y tras una distancia de unas cuantas decenas de metros, se iban.
Finalmente, llegué arriba, tras una hora aproximadamente de caminata, sobre las 00h. El paisaje impresionaba, pues iba acompañado del más absoluto silencio y una luz como podría ser la de nuestros amaneceres en España:
Abajo se ve una antigua pista de aterrizaje, en desuso, y la desembocadura de uno de los innumerables ríos que hay por allí. Y mirando hacia el frente, hacia el noroeste, se veía el final del fiordo, como si fuera de verdad el fin del mundo, con una capa de nubes sobre el horizonte, que hacían temer lo que habría más allá.
Ni rastro de la zorra, de momento. Estuve 20 minutos más o menos descansando, disfrutando de la vista y la tranquilidad, y observando cada rincón con los prismáticos, y me di la vuelta y empecé el descenso. Se veía parte del pueblo allá abajo, como de juguete.
De repente, al lado derecho del camino, que era tal que así:
vi salir algo volando a unos 5 metros, con las alas blancas y grandes, y cacareando casi como una gallina... Era un lagópodo alpino (Lagopus muta) que no me dio tiempo de fotografiar. Seguí caminando tras el sobresalto, esperando aún ver a la zorra, pero ya me aproximaba al pueblo, con dibujos cambiantes en la superficie del mar, y no conseguía verla.
Una vez dentro de la población, y aún estando todo sumido en el silencio, vi un animal moviéndose al lado de la verja de una casa, y con la poca luz que había no conseguía verlo con los prismáticos... así que me fui acercando, por el tamaño podría ser... por el color oscuro también (en verano son oscuros), por el movimiento, quizás...
¡¡Un gato!! Qué lástima... :-D
Al día siguiente, salió un día estupendo, que aproveché para bañarme, y así pude ver bastante de cerca un eider macho sin plumaje nupcial:
Y al decirle al resto del grupo que había subido a lo alto de la montaña la noche anterior, les entraron ganas a todos, así que me tocó volver a subir. Al bajar, me iba quedando rezagada con dos compañeros, y cuando llegábamos casi al pueblo, nos pareció ver en el mar algún tipo de cetáceo moviéndose cerca de la orilla, pero en la misma zona todo el rato. Tanto, que nos parecía que estaba enganchado con algo... Y allá que nos fuimos, ladera abajo, para atajar, en plan tobogán, para llegar cuanto antes,
y llegamos a una alambrada que presumíamos sería para las ovejas, de dos alambres horizontales y paralelos, uno a una altura de 30cm, y el otro a unos 60cm del suelo. Y yo, decidida, pasé primero una pierna, cogiendo el alambre de arriba con la mano, y cuando iba a pasar la otra pierna, PLAS!! Me pegó una descarga eléctrica que me quedé contentita el resto del día... Aún así, eso no era suficiente para evitar seguir corriendo y ver qué pasaba con ese animal marino que además debía ser algo grande. Finalmente, llegamos a la carretera cerca de la orilla, me paré para mirar una vez más con los prismáticos... y eran unas rocas!!!!! Toda la paliza que nos habíamos dado, y el chispazo, para eso! Eso nos pasa por inocentes!
Otra de las actividades que nos ofrecieron fue hacer kayak por el fiordo donde está Flateyri (el siguiente fiordo al de Thingeyri hacia el norte). Recorrimos unos 8km en dirección al mar abierto, y fue una manera preciosa de ver el fiordo.
Durante la excursión, acompañábamos a mamás eiders con sus pollos,
y algo que a priori parecían gaviotas, que planeaban continuamente sobre los extremos de la piragua, casi rozándola. Cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que eran fulmares boreales! Menos mal que había cogido la cámara de fotos. No conseguí fotografiar a ninguno en vuelo, pero sí dejaban que me acercara bastante mientras descansaban sobre el agua, y eran muy abundantes:
La segunda excursión que hicimos los voluntarios por nuestra cuenta fue a la reserva natural de Vatnsfjördur. Allí tuve la ocasión de ver 5 serretas, creo que medianas (Mergus serrator), todas hembras, en una laguna, y tras la caminata, disfrutamos (los que nos atrevimos) de un buen baño en esta poza:
El último día, en vez de volver en el microbús, que pertenecía a Worldwide Friends, volvimos en avión desde Ísafjördur a Reykjavík, por comodidad y por no beneficiar ni un céntimo más a la organización. No he hablado aquí de cómo se desenvolvió todo, pero lo cierto es que fue una estafa en toda regla y quiero que ésto quede claro.
De camino al aeropuerto vi una aguja colinegra (Limosa limosa) y un zarapito trinador (Numenius phaeopus). Tuvimos la desgracia de que por motivos meteorológicos el avión se retrasó toda la mañana, pero en realidad fue una suerte. La pista del aeropuerto estaba al lado del mar, con lo que se veían sin parar bandadas de charranes árticos acosados por págalos, todo un espectáculo.
Al lado del aeropuerto había pequeñas lagunas (se pueden ver a la derecha de la imagen) donde pude observar porrones moñudos (Aythya fuligula), tanto hembras como machos, una hembra de porrón bastardo (Aythya marila) con 3 pollitos, y muchos colimbos chicos, estos últimos son los únicos que pude fotografiar:
Al día siguiente, mi avión salía hacia Barcelona (esta vez sin escala) a primera hora de la tarde, con lo que tenía toda la mañana libre en Reykjavík. Y de todos los tours que ofrecían desde la capital, el que más ilusión me hacía era el de ver ballenas. En Islandia tiene fama el norte para ir a ver ballenas, especialmente las salidas desde Húsavík, pero desde Reykjavík también se ofrecen, y como veréis a continuación, también valen la pena.
Fui con una de mis compañeras, y elegimos una compañía llamada Sjósigling, su web es http://www.seasailing.is/en/whale-watching.aspx
Fue fantástico elegirles a ellos, pues llevan el barco más pequeño, y ofrecen una sopa deliciosa en mitad del trayecto:
Salimos del puerto y el mar nos recibía como un espejo, y navegamos tranquilamente un buen rato, sin ver nada. Entonces llegamos a una zona donde también estaban los otros barcos que ofrecían los mismos tours, y el patrón dijo ver algo en el agua, por lo que bajó mucho la velocidad y se acercó hacia ese punto. De repente, algo sacó su lomo y su aleta dorsal del agua al lado de nuestro barco:
Desapareció un rato, y de repente, salió justo a nuestro lado, dejándonos ver las aletas blancas. Se trataba de un rorcual aliblanco, que se había propuesto jugar con el barco:
Entonces se volvió a sumergir para ponerse bajo nuestro barco y subir a la superficie panza arriba, permitiéndonos observarlo desde todos los ángulos posibles y en toda su plenitud...
Otras veces salía bajo nosotros soltando el aire antes de estar fuera del agua, y la guinda fue cuando nos obsequió sacando toda su cabeza del agua:
La tripulación del barco alucinaba, aseguraban que nunca habían visto a los animales de tan cerca y que era la primera vez que les pasaba eso. La emoción y las lágrimas en los ojos me impidieron prestarle atención a un par de lomos de delfines que vimos a la vuelta (a bastante distancia), así como a este arao, que ni siquiera fui capaz de identificar como común o de Brünnich:
Por último, volviendo del puerto para recoger la mochila antes de irme al aeropuerto, pasamos por el parque Tjörnin, con un enorme estanque, donde era fácil ver estorninos pintos,
ánsares comunes,
y gaviotas sombrías a las que las señoras alimentaban como si fueran palomas...
Sin más, me despido. Ha sido un placer recordar todas las aventuras vividas en ese increíble país!
Enhorabuena por el relato. Por estar escrito de una forma muy amena consigue que te metas en la aventura que viviste.
ResponderEliminarUn sitio increíble Islandia. Habrá que visitarlo.
Gracias por compartirlo.
F.